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2019-2021

Arquitectos

Serrano + Baquero Arquitectos: Juan Antonio Serrano Garcia y Paloma Baquero Masats

Fotografías

Fernando Alda

Fin de obra

2021

Fabricante

Los recuerdos de infancia de Horacio y Vanesa se encuentran ligados a la vega de Granada; el rumor de las acequias, el frescor a la sombra de los chopos, la materialidad y la luz en el interior de los secaderos o el paisaje lejano de Sierra Nevada. En 2017, tras adquirir una parcela cercana a Albolote, a los pies del Tajo Colorao y frente a un olivar, nos encargaron realizar una casa con el deseo de que tratáramos de enlazar esa imagen agrícola de la vega que residía en su memoria con sus necesidades familiares actuales. La parcela es de proporciones estrechas, situación agravada por la existencia de una servidumbre de paso para uso del acequiero en uno de los lados largos. Este recorrido es necesario para realizar las labores diarias de mantenimiento de la acequia que linda con uno de los lados cortos.

El equilibrio entre los deseos y recuerdos de carácter agrícola de los clientes con sus necesidades se materializó a través de los elementos presentes en el lugar y en las infraestructuras agrícolas colindantes. Surge una plantación de chopos como bienvenida y una acequia elevada acompaña desde la entrada de la casa hasta la alberca. Se acondiciona una amplia zona de huerto bien soleada junto a una pérgola para el descanso. Entre estos elementos y en relación con ellos se sitúa la casa, de construcción sencilla pero cuidada.

El proyecto trató de dar respuesta a la geometría de la parcela adoptando una configuración alargada, lo cual recuerda también a los secaderos. Esta situación permitía una relación e intercambio interesante entre ambas fachadas largas, debido a su proximidad. Propusimos una serie de secciones que iban respondiendo a las diferentes condiciones de contorno dependiendo de su posición. Aparecieron así muros opacos de diferentes alturas, cubiertas con diversas inclinaciones, lucernarios, celosías y ventanas según la oportunidad de vistas lejanas, entrada directa o tamizada de luz, presencia de edificaciones cercanas, contacto con la acequia o el huerto y necesidad de privacidad. Era nuestra intención que en determinados puntos de la casa existieran vistas que la cruzaran por completo, permitiendo que la luz, el aire, el sonido del agua y la mirada pudieran atravesar el espacio contenido en el interior de la crujía. Vanesa, Horacio, Marco y Mauro podrían recorrer el volumen de manera longitudinal, a través de las secciones que se suceden y establecen relaciones espaciales cambiantes según las horas del día y las estaciones.

El ladrillo fue el principal material utilizado, como elemento proveniente de la arquitectura tradicional de la Vega de Granada y los secaderos de tabaco, pero tomando un matiz contemporáneo al ser utilizado con aparejos diferentes.

Haciendo uso del mismo tipo de ladrillo rústico cara vista para dar homogeneidad a la vivienda en cuanto a color y acabado, cada sección de la casa se resolvió con un aparejo: aparejo de panderete en vertical, aparejo de panderete en horizontal y aparejo de sardinel a soga en vertical, que fueron configurados como celosía en algunos puntos, dando lugar a la entrada de luz tamizada tan propia de las construcciones vinculadas a lo agrícola.

De esta forma, con el mismo material, el ladrillo, se consiguieron diversos grados de privacidad y entrada de luz, disponiendo mayor o menor apertura en las celosías.

Se ejecutó un zócalo realizado con aparejo flamenco que recogía las distintas configuraciones de fachada y dotaba de unidad a la misma, así como de un contacto con el plano del suelo uniforme.

La cara interior de la capuchina fue resuelta también con ladrillo cara vista, con aparejo de soga, en coherencia con el tipo de construcción que evoca, y fue matizada con una capa de ‘aguapintura’ para ofrecer un fondo más neutro para la vida doméstica pero manteniendo su identidad y textura.

La casa Viva la Vega sirve como manifiesto y elemento transmisor del amor que los clientes profesan a este territorio agrícola a sus dos hijos, haciendo que estos también puedan disfrutar de una atmósfera similar a aquella de su infancia.

más obras

Ladrillo viv. unifamiliar

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Ladrillo viv. unifamiliar

Viva la Vega

Arquitectos

Serrano + Baquero Arquitectos: Juan Antonio Serrano Garcia y Paloma Baquero Masats

Fotografías

Fernando Alda

Fin de obra

2021

Fabricante

Los recuerdos de infancia de Horacio y Vanesa se encuentran ligados a la vega de Granada; el rumor de las acequias, el frescor a la sombra de los chopos, la materialidad y la luz en el interior de los secaderos o el paisaje lejano de Sierra Nevada. En 2017, tras adquirir una parcela cercana a Albolote, a los pies del Tajo Colorao y frente a un olivar, nos encargaron realizar una casa con el deseo de que tratáramos de enlazar esa imagen agrícola de la vega que residía en su memoria con sus necesidades familiares actuales. La parcela es de proporciones estrechas, situación agravada por la existencia de una servidumbre de paso para uso del acequiero en uno de los lados largos. Este recorrido es necesario para realizar las labores diarias de mantenimiento de la acequia que linda con uno de los lados cortos.

El equilibrio entre los deseos y recuerdos de carácter agrícola de los clientes con sus necesidades se materializó a través de los elementos presentes en el lugar y en las infraestructuras agrícolas colindantes. Surge una plantación de chopos como bienvenida y una acequia elevada acompaña desde la entrada de la casa hasta la alberca. Se acondiciona una amplia zona de huerto bien soleada junto a una pérgola para el descanso. Entre estos elementos y en relación con ellos se sitúa la casa, de construcción sencilla pero cuidada.

El proyecto trató de dar respuesta a la geometría de la parcela adoptando una configuración alargada, lo cual recuerda también a los secaderos. Esta situación permitía una relación e intercambio interesante entre ambas fachadas largas, debido a su proximidad. Propusimos una serie de secciones que iban respondiendo a las diferentes condiciones de contorno dependiendo de su posición. Aparecieron así muros opacos de diferentes alturas, cubiertas con diversas inclinaciones, lucernarios, celosías y ventanas según la oportunidad de vistas lejanas, entrada directa o tamizada de luz, presencia de edificaciones cercanas, contacto con la acequia o el huerto y necesidad de privacidad. Era nuestra intención que en determinados puntos de la casa existieran vistas que la cruzaran por completo, permitiendo que la luz, el aire, el sonido del agua y la mirada pudieran atravesar el espacio contenido en el interior de la crujía. Vanesa, Horacio, Marco y Mauro podrían recorrer el volumen de manera longitudinal, a través de las secciones que se suceden y establecen relaciones espaciales cambiantes según las horas del día y las estaciones.

El ladrillo fue el principal material utilizado, como elemento proveniente de la arquitectura tradicional de la Vega de Granada y los secaderos de tabaco, pero tomando un matiz contemporáneo al ser utilizado con aparejos diferentes.

Haciendo uso del mismo tipo de ladrillo rústico cara vista para dar homogeneidad a la vivienda en cuanto a color y acabado, cada sección de la casa se resolvió con un aparejo: aparejo de panderete en vertical, aparejo de panderete en horizontal y aparejo de sardinel a soga en vertical, que fueron configurados como celosía en algunos puntos, dando lugar a la entrada de luz tamizada tan propia de las construcciones vinculadas a lo agrícola.

De esta forma, con el mismo material, el ladrillo, se consiguieron diversos grados de privacidad y entrada de luz, disponiendo mayor o menor apertura en las celosías.

Se ejecutó un zócalo realizado con aparejo flamenco que recogía las distintas configuraciones de fachada y dotaba de unidad a la misma, así como de un contacto con el plano del suelo uniforme.

La cara interior de la capuchina fue resuelta también con ladrillo cara vista, con aparejo de soga, en coherencia con el tipo de construcción que evoca, y fue matizada con una capa de ‘aguapintura’ para ofrecer un fondo más neutro para la vida doméstica pero manteniendo su identidad y textura.

La casa Viva la Vega sirve como manifiesto y elemento transmisor del amor que los clientes profesan a este territorio agrícola a sus dos hijos, haciendo que estos también puedan disfrutar de una atmósfera similar a aquella de su infancia.

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